Seguro que casi todos estamos familiarizados con realidades como el bullying o el mobbing, y ahora nos encontramos también con el anglicismo blocking, ampliándose estos los casos de acoso y humillación hacia el ambiente vecinal.
Para definir el blocking podemos decir que son situaciones de acoso y humillación hacia uno o varios vecinos donde se pueden dar episodios de violencia.
La intervención en los casos de blocking
Cuando se dan este tipo de abusos vecinales, suelen existir 3 partes: la víctima, el agresor y los testigos o falsos espectadores. Por ejemplo, si el administrador de fincas es conocedor de la situación, se convertirá en un testigo o espectador, al igual que aquellos vecinos que sepan lo que ocurre.
Denominamos testigos a aquellas personas que, aún conociendo la situación, se mantienen con una actitud pasiva por miedo a que el agresor atente contra ellos o, simplemente por no implicarse en el conflicto. Este tipo de actitudes fomentan y perpetúan las situaciones de acoso vecinal.
En el caso del administrador, deberá mantener la ecuanimidad entre la comunidad de vecinos, favoreciendo que los mismos tengan una convivencia lo más armónica posible. Cuanto más pasivos sean los espectadores, más se mantendrá la situación de acoso y más sufrirá la víctima.
¿Qué debe hacer el administrador de fincas?
Esta persona debe servir como un pasaporte hacia la eliminación de la pasividad de los espectadores. Como profesional debe movilizar a quienes ven y permiten las situaciones de acoso, además de ayudar a la víctima y prevenir que vuelva a ocurrir.
Para eliminar al máximo este tipo de situaciones y aptitudes entre vecinos, hay que estar atento a las posibles señales. Si uno de los propietarios intenta crear animadversión hacia otro o generar conflictos, su papel será restarle poder para evitar empoderamiento.
Es importante también saber detectar los casos de blocking para ponerlos en conocimiento del resto de la comunidad y crear una red vecinal que proteja del acoso.